El Camino Total no es un libro de autoayuda común y corriente. Su propuesta, lejos de toda postura autocomplaciente y autocompasiva, rescata de filosofías orientales y de los avances de la psicologìa los elementos necesarios para elaborar técnicas no ingenuas de superación de crisis.
Aquí, Benesdra sostiene que para superar el dolor hay que ante todo aceptarlo, no huir de él sino acompañar su movimiento, a veces incluso potenciarlo, al punto de adquirir la habilidad del faquir, con el objetivo de que desaparezca.
Un texto de autoayuda erudito y arriesgado que no deja ningún camino sin considerar, incluso el de la muerte.
A principios de los 90, Benesdra se adentra en la autoayuda partiendo de una convicción contraria a la que subyace en la mayoría de los libros del género y al sentido común instalado por ellos. En lugar de técnicas que buscan disponerlo a uno de una forma específica ante la vida, el autor propone la vía del Camino Total, un método global inspirado en el zen (aunque en muchos aspectos resulta antizen) que apunta a convertir en fuente de energía y productividad eso que es inevitable en medio de una crisis profunda: el dolor; aprender a convivir con el dolor en vez de huir de él, aceptar la angustia y la depresión, entrenar la resistencia, para adquirir la habilidad del faquir, sin importar el sistema filosófico o la actitud de vida que se adopte.
El resultado: un texto lúcido y erudito que desnuda las paradojas, dogmatismos y caballitos de batalla de la autoayuda habitual desde la filosofía, las disciplinas orientales, la neurociencia y la psicología, y donde no podían faltar alusiones a la literatura, el deporte, la política, el trabajo, la historia reciente del país o las tendencias económicas, a la hora de ejemplicar esas situaciones que hacen imposible no ser sujeto de dolor.
Un libro inclasificable e imperdible que al igual que la gran novela de Benesdra, El traductor, exuda genialidad, dolor, desmesura, humor y reflexión, y cuyas significaciones sin dudas trascienden hoy su objetivo primigenio.
Editorial: Eterna Cadencia