Una novelita genial de Sergéi Dovlátov (1941-1990), acompañada de dos texto breves en la misma línea sardónica, "Ariel" y "La uva".
“Estaba convencido desde hacía tiempo: basta con quedar pensativo que en seguida surgen los recuerdos tristes. Por ejemplo, la última conversación con mi mujer…
-Hasta tu amor por las palabras, el demente, insano, patológico amor, es falso. Es solo un intento de justificar la vida que llevás. Bueno, llevás la vida de un famoso escritor sin tener las condiciones para eso...Con tus vicios tendrías que ser, como mínimo, un Hemingway…
-¿Lo considerás un buen escritor, realmente? ¿Acaso Jack London también es un buen escritor?
-¡Dios mío! ¿Qué tiene que ver Jack London? Mis únicas botas están empeñadas...Puedo perdonarlo todo....y la pobreza no me asusta…¡Todo menos la traición!
-¿De qué estás hablando?
-De tus eternas borracheras. La tuya...no quiero hablar...No se puede ser artista a costa de otra persona… ¡Es una infamia! ¡Hablás tanto de la nobleza! Y vos mismo sos un hombre frío, cruel, ladino…
-No te olvides que hace veinte años que escribo cuentos.
-¿Querés escribir un gran libro? ¡Eso lo logra hacer solamente uno entre cien millones!
-¿Y qué? En un sentido espiritual, un intento fallido así equivale al libro más grande. Si querés, moralmente es más elevado aún. Porque excluye la recompensa…
-Son palabras. Eternas, bellas palabras... Me cansé…"
En "La Reserva Nacional Pushkin" de Sergéi Dovlátov, publicado por añosluz editora
Traducción: Irina Bogdachevski
Prólogo: Laura Estrin
añosluz editora