Esta es una nueva versión de Noviembre, prácticamente otra, muy distinta a la primera (Alfaguara, 2000): sufrió -en palabras del autor- una “poda” de 70 páginas. Lo que ahora Daniel Mella (Montevideo, 1976) publica es una novela devenida nouvelle más dos cuentos, de similar tenor, marcado por los tonos del relato y no por temáticas. La de estos textos es una prosa tensionadas por opuestos. Claroscuros. Lo no-dicho invade el texto, enrarece la atmósfera y enturbia los márgenes donde lo que sucede (el tema) discurre. Leer estos textos de Mella es, propiamente, una experiencia: son ficciones atravezadas por campos de fuerzas donde no hay sentidos estancos y que, por ello, el lector pierde noción de los “márgenes de lo dicho” y se sumerge (quiero decir, se ve sometido) a las fuerzas de la narración. Algo pasa, algo nos pasa a los lectores de Mella, lo mismo que a sus personajes, siempre ambivalentes, finalmente opacos, enigmáticos.
“… tiene la impresión de que con esos gestos ella se está encargando de mantenerlo a raya, de crear un lenguaje que hará imposible que recuperen la intimidad que tuvieron. Pero entonces hay demostraciones súbitas de afecto. (…) Eso sucede y Guzmán siente un pie en la tierra y otro en el aire. Es incómodo estar dividido, pero sabe que así funciona la esperanza”
Irrupciones Grupo Editor