Sereno y dos más - Alejandro Güerri

$600,00

Este libro de formato pocket contiene tres cuentos –"Sereno", "La mudanza del escribano David Vidal" y "Secundario"– que forman parte de un libro mayor por ahora inédito. 

La tapa y la contratapa son obra del ilustrador Paio Zuloaga y la maquetación corrió por cuenta de Juan Alberto Crasci.

Así empieza cada uno de los tres cuentos:

 

Sereno

Coquito se había muerto hacía una semana. Cuando llegamos a la obra en construcción donde vivía y trabajaba de sereno, un peón con la cara entalcada de cal le sacó el candado a la puerta de chapa y tímidamente le dio el pésame a mi amigo, el Samurái, antes de que pusiéramos los pies en el polvo. Entre bolsas de materiales, baldes negros y escombros, atravesamos en fila un pasillo iluminado por una bombita de muy pocos watts y subimos un piso por escalera, callados.

Coquito venía de una de familia acomodada que de un día para el otro cayó a pique. Su padre ya había nacido libre del peso de acrecentar la herencia y se dedicó al cine. Dirigía esas películas argentinas en blanco y negro con diálogos anodinos y personajes rimbombantes. Ni a Coquito ni a sus hermanos les impuso seguir una carrera, pero movió sus contactos para meterlos en el mundo de la tele.


La mudanza del escribano David Vidal

El primer sueño fue lo menos perturbador que le pasó a David Vidal. Se despertaba de noche en la casa del vecino, que parecía ser la suya, pero cuando quería salir, la puerta de madera mutaba en una de metal corroído y se encogía a tal punto que no podía pasar y su cuerpo quedaba atascado.
Camino a la escribanía, David Vidal frenó en el kiosco de revistas que solía ignorar y compró el diario para darle entidad al impulso de mudarse que había nacido en él sin preanuncios un par de días antes, como una llamada perdida del inconsciente.

Durante el almuerzo en el boliche de los gallegos marcó tres avisos con su lapicera plateada, círculos de tinta azul delimitando el territorio en la grilla de los clasificados. Quedaban en el mismo barrio donde vivía, pero tenían jardín y la fantasía adyacente de criar una mascota o devenir amante de las plantas.


Secundario

Mis padres no quieren que vaya esta noche a la reunión de egresados, pero después de todo lo que pasé, me importa muy poco su opinión. La última vez que vi a mis ex compañeros fue hace siete años, el día que nos entregaron los diplomas. De ahí en más, empecé a alejarme de ellos gradual pero intencionalmente, y rechacé todas sus invitaciones a bailar, a jugar al fútbol, al cumpleaños de este o de aquella, hasta que al final se cansaron de llamarme y me dejaron en paz. Hoy en parte me arrepiento de haberme aislado tanto. Siempre creí que en la vida hay tiempo para todo, pero ya no estoy tan seguro.

Vivo con mis padres en la casa donde nací y todavía debo dos materias del secundario. Se supone que a esta altura debería tener un título, como la mayoría de mis conocidos, pero ¿qué le voy a hacer? Yo no inventé los parámetros de normalidad de mi clase.

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